Wednesday, October 04, 2006

Nuestra Historia entre la lucha del presente y el pasado

“Cuan feliz es el hombre inocente sin delito, el mundo que se olvida mundo olvidado; el eterno resplandor de una mente sin recuerdos: se cumplen las oraciones y se rechazan los deseos”[i]

1. Introducción
¿El concepto de memoria histórica es una tautología, una hipérbole o un oxymoron?
Porqué desde el mundo progresista, esa generación que sobrevivió y resistió a la versión latinoamericana de la guerra fría-las sangrientas dictaduras militares- hace énfasis en esto de la memoria y de la historia.
Y hago estas interrogantes, desde la perspectiva de un sujeto que ha vivido en eterna transición, un sujeto que a pesar de tener conciencia respecto a la historia, pertenece a una generación –o aun grupo de ellas- sin épica. Una generación que ha vivido esta transición ad eternum, que le ha tocado el papel de mantener prendida la esperanza mientras llegan tiempos mejores. (Aunque creo que alguien desde Chiapas nos diría que las correlaciones de fuerza se pueden ir al carajo, pero ya hablaremos de eso en su momento).
Hannah Arendt[ii] plantea citando a Aristóteles y a Hegel, que la historia es la reconciliación con la realidad. ¿Cómo reconciliarse con el horror y con el hecho de perder aquel tesoro sin nombre que traen consigo las rebeliones que no alcanzaron a ser revoluciones?
Según Milan Kundera, las reconciliaciones con la historia a veces resultan algo contradictorias....
“No hace mucho me sorprendí a mí mismo con una sensación increíble: estaba hojeando un libro sobre Hitler y al ver algunas de las fotografías me emocioné: me habían recordado el tiempo de mi infancia; la viví durante la guerra; algunos de mis parientes murieron en los campos de concentración de Hitler; ¿pero qué era su muerte en comparación con el hecho de que las fotografías de Hitler me habían recordado un tiempo pasado de mi vida, un tiempo que no volverá?(...) Esta reconciliación con Hitler demuestra la profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido”[iii]
Y siguiendo la línea de este mismo autor, plantea el mito del eterno retorno según Nietzsche, en función de que pasaría si nuestra vidas se repitieran
““El mito del eterno retorno viene a decir per negatio- nem, que una vida desaparece de una vez y para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros (...)Digamos por tanto que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas aparecen de un modo distinto a como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz?”[iv]
La fugacidad de las acciones, de los hechos, de las vidas...que significado pueden tener si no son registrados, analizados, puestos en perspectiva, si no son colocados en la mesa. De ahí la importancia de retornar al pasado o permitir que las fuerzas del pasado nos visiten, de ahí la importancia de que la memoria se convierta en historia. Aunque eso signifique andar con una mochila al hombro durante todo el día...
“Si cada uno de los instantes de nuestra vida se van repetir infinitas veces estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada”[v]
El presente ensayo pretende humildemente revisitar algunos hechos históricos contemporáneos y su conexiones con la nuestra realidad y plantear ciertas interrogantes a la luz de las lecturas de Hannah Arendt y Eric Hobsbawn.
Ambos autores destacan de una manera u otra, lo que ha significado la desintegración de las relaciones sociales y de la tradición producto de la entronización del individualismo.
Hobsbawn no concuerda con la idea de reconciliación que está inserta en el dicho francés de “comprenderlo todo es perdonarlo todo”. Para Hobsbawn comprender no significa necesariamente perdonar.
Arendt nos instala en un lugar antes de la comprensión, en el proceso mental que sucede cuando existe “un intervalo en el tiempo que está totalmente determinado por cosas que ya no son y por cosas que todavía son”: una eterna transición marcada por la inestabilidad. Y esto da luces para comprender los procesos históricos que han sucedido luego de los ‘90s. Es como una posta, Hobsbawn nos explica el contexto del siglo XX y como este finaliza y Arendt nos entrega herramientas para la comprensión de los hechos que han venido sucediendo y que han afectado la actual conformación de la sociedad contemporánea.

2. Algo termina mal, para empezar peor
Tras la revolución bolchevique de 1914 y hasta 1990, un constante equilibrio precario marcó la historia de la humanidad. El único socialismo real Centralizado, burocrático, de partido único y antidemocrático se hacía polvo ante la evidencias de su desgaste: la URSS se disolvía al igual que el proyecto histórico que representaba. Siglo XX corto, famélico, febril, loco y frenético le decía adiós a Lenin y enterraba a Marx diciendo que la historia había terminado. El símbolo, el icono es la caída del Muro de Berlín.
Eran los 90 y este mundo bipolar que se deshacía en pedazos traía esperanzas de la ansiada paz o mejor dicho de la angustia del botón, la bomba y el invierno nuclear. El miedo a la guerra de las guerras. Pero lo que vino fue la pax “yanqui” y el reordenamiento de la economía mundial y por lo mismo de un nuevo orden mundial. La globalización económica instrumentalizada por la ideología neoliberal ( que no es sino un revisión de la economía clásica de Smith y compañía junto a las manos invisibles del mercado que regulan y mejoran todo por obra y gracia del espíritu santo) no es sino la concreción del proyecto político del capitalismo mundial: un mundo sin fronteras para el libre tránsito de las mercancías y el capital.
O sea, que lo que supuestamente era el remedio; resultó mucho peor que la enfermedad. Creemos que entre los 90 y la actualidad (algo así como 16 años, aunque el parto original venía desde la crisis del petróleo de 1973) se ha vivido la hegemonía de un modelo y pensamiento económico y la entronización del “american way of life” como la única manera de vivir.
Según Hobsbawn[vi] la historia del siglo xx se ha caracterizado por la época de las catástrofes, de las grandes guerras y genocidios, del triunfo y (al mismo tiempo) de la derrota de la idea del progreso indefinido. Tras los 90, la cuarta guerra mundial (pues la tercera fue la guerra fría) con Estados Unidos a la cabeza no ha hecho otra cosa que manejar el mundo con la mentalidad de un niño de cinco años y con la razón que solo otorga la fuerza de las armas.
Aunque según este historiador inglés, indica que en tres aspectos, este mundo es diferente de manera cualitativa al que les fue legado a nuestros abuelos: ya no es euro céntrico y se ha dado paso a lo que McLuhan llamó proféticamente a los inicios de los 60’ la aldea global, realizando una ruptura entre el pasado y el futuro. La tradición y las relaciones sociales que alguna vez dieron sentido a la humanidad han sido profundamente erosionadas.
“En la práctica la nueva sociedad no ha destruido completamente toda la herencia del pasado, sino que la ha adaptado de forma selectiva. No puede verse un enigma sociológico en el hecho que la sociedad burguesa aspirara a introducir un individualismo radical en la economía y... a poner fin para conseguirlo a todas las relaciones sociales tradicionales (cuando fuera necesario), y que al mismo tiempo temiera “el individualismo experimental radical” en la cultura (o en el ámbito del comportamiento y la moralidad). La forma más eficaz de construir una economía industrial basada en la empresa privada era utilizar conceptos que nada tenían que ver con la lógica del libre mercado; por ejemplo, la ética protestante, la renuncia a la gratificación inmediata, la ética del trabajo arduo y las obligaciones para con la familia y la confianza en la misma, pero desde luego no el de la rebelión del individuo”[vii]
Según Hobsbawn en “las postrimerías de esta centuria- refiriéndose al siglo xx- ha sido posible, por primera vez, vislumbrar, cómo puede ser un mundo en el que el pasado ha perdido su función, incluido el pasado en el presente, en el que los viejos mapas que guiaban a los seres humanos, individual y colectivamente, por el trayecto de la vida ya no reproducen el paisaje en el que nos desplazamos y el océano por el que navegamos. Un mundo en el que no sólo no sabemos hacia donde nos dirigimos, sino tampoco adónde deberíamos dirigirnos”. Es decir el mapa es distinto al territorio observado o como lo dijo un poblador en Chile “ahora que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”.
Haciendo síntesis y a pesar de la marejada neoliberal, a inicios de la primera década del 2000, la hegemonía de Estados Unidos estaba empezando desgastarse. Luego vino lo del ataque a las torres gemelas aquel 11-S (que es radicalmente distinto a nuestro 11-S) y la maquinaria de la guerra y el choque de las civilizaciones entre este y oeste de Huntington, ha tratado de reforzar la hegemonía norteamericana y su visión conservadora de lo que debe ser una democracia en cada provincia, perdón, en cada país del mundo.
Y este mundo, tan desigual, tan cruento en Irak, tan terrible en Afganistán, Palestina y el Líbano, donde los pueblos pagan en carne propia la “buena suerte” de tener petróleo o de estar ubicados en el dicotómico lado del eje mal y al mismo tiempo tienen la “mala suerte” de resistir. Revisando la historia, no estamos muy lejos de lo que veíamos a inicios del siglo XX –en el sentido de la barbarie y el desprecio a la vida.
Hobsbawn nos plantea que “esta es la situación a la que debe adaptarse una parte de la humanidad en este fin de siglo y en el nuevo milenio. Sin embargo, es posible que para entonces se aprecie con mayor claridad hacia donde se dirige la humanidad. Podemos volver la mirada atrás para contemplar el camino que nos ha conducido hasta aquí (....) Ignoramos cuáles serán los elementos que darán forma al futuro (...)Confiemos en que el futuro nos depare un mundo mejor, mas justo y más viable. El viejo siglo no ha terminado bien”[viii]
Hobsbawn nos indica que el viejo siglo no ha terminado bien. Nosotros 16 años después le podemos indicar que el nuevo, tampoco ha empezado bien. Aunque desde el Sur, ese que existe, Chiapas, Venezuela y Bolivia muestran caminos para salir de las presiones del pasado y del futuro. Estas luces que empiezan a iluminar la prolongada noche latinoamericana no hacer plantear que creemos que la historia no es lineal, es como una trayectoria en ciclos que en su devenir se va contrayendo y se expandiendo en función de los que hacen los sujetos que realizan y que luchan por construir un mundo más justo.

3. Entre el pasado y el futuro : la insoportable levedad/peso de los sujetos históricos
Luego de esta especie de sobrevuelo para reconciliarnos con la historia o al menos con parte de ella, queremos indicar y volver a esta especie de marasmo transicional –y no me refiero solamente a la comedia en cuatro actos donde ante cualquier hecho se acaba la transición democrática de Chile- que han significado las transformaciones neoliberales en el mundo.
En este adaptarse a un presente continuo, nuestra generación –aquella que nació bajo dictadura- puede decir que tiene una herencia que no procede de nuestro testamento; y lo que quedó (los sobrevivientes) de las anteriores podrían hacer suya esa triste opacidad que vino luego de esos años de rebeldía y resistencia en las cuales fueron desafiantes y donde la libertad estaba presente en la mesa. Llegó la alegría y el tesoro no estaba al final del arcoiris, se había perdido[ix].
Pero volvamos a las preguntas iniciales respecto a la memoria histórica. Es Tautológica?, en el sentido que en el sentido común se equipara memoria a historia. Es una Hipérbole?, ya que quiere exagerar un momento, un proceso y unos hechos que provienen de la presión del pasado. O un Oxymoron?, en función de asignar a lo que la historiografía tradicional ha hecho de manera constante y que consiste manipular la historia para transformar la memoria de los pueblos, transformando ambos conceptos que debieran ser complementarios en antagonistas.
Pero es posible reconciliarse con la realidad?
En la novela “La Insoportable Levedad del Ser”, ambientada en el antes y después de la primavera de Praga [x]. Tomás, el protagonista, escribe un artículo refiriéndose a las matanzas y deportaciones del Stalinismo y criticando a la dirigencia comunista de la época, por haber sido ciegos frente a estos hechos que eran evidentes mientras sucedían y que ahora, tras la muerte de Stalin y con Krushnev a la cabeza de la URSS, rasgaban vestiduras y revisitaban la historia. Ante esto, el protagonista les proponía que debían seguir el ejemplo de Edipo tras enterarse de su tragedia[xi], arrancarse los ojos; pues no fueron capaces de ver lo evidente, esa acción externa que se oculta a la vista. Pues, ¿era posible que ellos se reconciliarán con esa dura realidad, con esa presión proveniente del pasado?
¿A cuantos dirigentes políticos del Chile actual se les podría aplicar esta metáfora por hacerse los desentendidos de las torturas, asesinatos y desapariciones producidas en la dictadura militar? ¿a cuantos dirigentes políticos se les podría aplicar también esta metáfora al negociar esas muertes y la tragedia de las violaciones a los derechos humanos, así como la lucha antidictatorial para administrar un sucedáneo del tesoro perdido al final del arcoiris? A lo mejor el peso de los hechos y de las trayectorias personales y grupales de los distintos proyectos políticos que sucedieron antes y después del golpe militar han sido una carga muy pesada que nadie ha querido asumir. ¿Quién tendría la valentía de hacerse el responsable y cargar con todo el peso de la historia?
Para Arendt “la tarea de la mente es entender que pasó y este entendimiento, según Hegel, es la manera en que el hombre se reconcilia con la realidad; su fin real es estar en paz con el mundo. El problema es que si la mente es incapaz de brindar paz e inducir la reconciliación, inmediatamente se encuentra a sí misma involucrada en su propio tipo de guerra”[xii]
Y en esta guerra que nos queda? Transformarnos en hipócritas o en su defecto, en cínicos, y cuando decimos “cínicos”, me refiero a eso de criticar y no proponer y ni siquiera actuar para cambiar o transformar la realidad. Pero quedaría una posición un poco más extrema: sacarse un ojo y quedar tuerto, para ser rey en el país de los ciegos.
Una ética algo dura nos indicaría ese camino para la reflexión.
Arendt indica ”...que el llamado a la reflexión surge en el extraño período intermedio que a veces se inserta en el tiempo histórico cuando no sólo los historiadores del futuro, sino también los actores y testigos, toman conciencia de un intervalo en el tiempo que está totalmente determinado por cosas que ya no son y por cosas que todavía son. En la historia, estos intervalos han mostrado más de una vez que pueden contener el momento de la verdad”
Si para las generaciones anteriores a la nuestra- a la de los hijos de la dictadura- la tragedia fue que se perdió el tesoro, ya que pudiendo tocar el cielo no lo hicieron. Para nosotros el destino no ha sido mejor, hemos vivido un tiempo sin épica. Pero al mismo tiempo ha sido un tiempo de reflexión ya que tenemos una herencia que no procede de ningún testamento y estamos haciendo patente la pérdida (para bien y para mal) de ciertas tradiciones o testimonios (reformistas y revolucionarios) que provienen de la lucha social antes y después del 73.
No es menor que la historia chilena este marcada casi sincrónicamente[xiii] con hitos y fechas que han generado muchas veces la transformación del curso de la historia. El 11S chileno y el 11S norteamericano, la caída del muro de Berlín y el advenimiento de la democracia protegida en Chile. Contradictorios procesos y hechos históricos que actúan como espejos que nos cuestionan y escudriñan.
Arendt citando a Kafka, indica que “él” (para nosotros sujeto-actor) esta en medio de una confrontación de fuerzas que provienen tanto del pasado como del futuro. Ella indica que existiría una tercera fuerza y que es el choque de los extremos en este sujeto conformando una fuerza diagonal que es irradiada por él; puesto que si no lo hace, moriría de agotamiento. Nosotros entendemos que esta diagonal sería la acción política transformadora que además nos permitiría reconciliarnos con la realidad.

Pero que entendemos por acción política en la actualidad?
Hace un par de días, me pareció ver quemándose la Moneda nuevamente en mi memoria –como un eterno retorno- y en mi presente. Alguien tiró una bomba molotov, a una ventana de ese edificio. El peso de la historia, la carga de las imágenes y todo lo que significó esa noche dictatorial para el país, se me vino encima.
Esa acción política, la de tirar una molotov, se puede entender a lo mejor en clave, como la pérdida de tradición y de comunicación entre la generaciones: la que sobrevivió, la que nació durante la dictadura y la que nació luego que llegó la alegría. Puede que algunos digan que es producto de mentes afiebradas, otro que un infiltrado, o que simplemente es una soberana estupidez.
Yo creo que esa acción política es un síntoma de que nadie ha sido capaz de asumir la carga histórica y de los procesos de lucha social de los últimos 35 años de este país, para colocarlos en la mesa y compartirlos entre las generaciones. Una falta comunicación, de reflexión o simplemente el no asumir la responsabilidad de ser hombre o mujer de su tiempo.
Kundera nos pregunta acaso si es verdad que el peso es terrible y maravillosa la levedad? Y en algo da luces a esto de ser hombre y mujer de su tiempo...
“La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?”[xiv]
A lo mejor algunos han preferido la levedad del eterno resplandor de una mente sin recuerdos, sin memoria. Otros nos hacemos cargo del peso de la memoria colectiva para salir del marco entre las fuerzas del pasado y el futuro; pues es nuestra herencia y responsabilidad. A lo mejor esa es la lucha interna de cada sujeto, dejarse llevar por la levedad del presente continuo o hacerse al hombro la carga pesada de la historia para comprender, para reflexionar y para realizar acciones políticas que permitan transformar la realidad.

Panguipulli, Santiago, Septiembre de 2006.

[i] Cita atribuida al Papa Alejandro VI en la película “El resplandor de una mente sin recuerdos”
[ii] Arendt, Hannah. Historia y naturaleza. Entre el pasado y el futuro. Págs. 53 y 54
[iii] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7
[iv] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7
[v] Idem
[vi] Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995
[vii]Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995. Págs. 25 y 26.
[viii] Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995. Pág. 26.
[ix] Aquí parafraseamos y jugamos con algunos conceptos del prefacio de Arendt, Hannah. La brecha entre pasado y futuro. Traducción realizada por Lucía Stecher. Santiago, 1996.
[x] Primavera que se apagó con los tanques rusos. Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Quinta parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. Págs 175 y siguientes.
[xi] Matar al padre y casarse con su madre.
[xii] Arendt, Hannah. La brecha entre pasado y futuro. Traducción realizada por Lucía Stecher. Santiago, 1996. Pág. 5
[xiii] Las sincronía pueden entenderse como cuando las coincidencias resultan demasiado exactas para que solo sean efecto del azar.
[xiv] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7

1 comment:

Cristian said...

holaa, me gustaria saber de que obtuviste la cita del papa alejandro VI, por fovor escribeme a crtormo@hotmail.com