Tuesday, October 10, 2006

Modelos Económicos en Chile: Una trayectoria para explicar la desigualdad actual.(parte final)

Conclusiones
“Si la sociedad del siglo XX fue se ha caracterizado como mesocrática, esto es, de clase media, basada en el trabajo; la sociedad post dictatorial debería caracterizarse como basada en la propiedad y en el orden que de ella surge, esto es, en estamentos diferenciados por lo que se posee y no, exclusivamente, por la función que se tiene en la sociedad”[i] nos indica Bengoa en su Libro la Desigualdad.
Desigualdad que es percepción que se constituye en la población chilena mediante los efectos colaterales de un modelo que maximiza la tasa de ganancia de los grandes empresarios (nacionales y extranjeros) a través la flexibilización y precarización del mercado del trabajo, la concentración y la integración vertical del capital y la no-regulación ni intervención del estado en la esfera económica.
Modelo que se caracteriza a sobreexplotación de los recursos naturales renovable y no renovables, y que permite que grandes consorcios transnacionales, tras la modernización neoliberal y las privatizaciones (tanto en la época de la dictadura y los tres gobiernos de la concertación) usufructúen de nichos económicos que en el MISI, eran de parte de Estado y que beneficiaban a grandes segmentos de la población entre 1939 y 1973 y que tenían un fin estratégico para el desarrollo del país y social más que de generación de más capital.
Modelo que está en el ADN de la Matriz de conformación Estatal. A pesar del paréntesis de 35 años del MISI y el Estado Benefactor Desarrollista y Populista; y que tienen que ver más con un acomodo y una política de contención ( según Tomás Moulian) de los liderazgos económicos de las elites, que con la intención de “desarrollar el país” ya que nuestra matriz económica habría nacido con los ojos abiertos hacia más allá de nuestras fronteras. De ahí el asalto y saqueo de las empresas estratégicas del Estado, pues la clase dominante pareciera no tener un discurso nacionalista ni desarrollistas, mas bien un discurso pendular e instrumental entre el Mercado y el Estado ¿ o a lo mejor es que Chile es sólo la elite que posee el liderazgo económico que realiza la dominación? Y el resto de la población 90% vivimos en otro país.
La modernización neoliberal ha traído también la desarticulación del campo popular. Según Salazar se ha debilitado seriamente la clase “para sí”, con lo cual los movimientos sociales serían inestables y efímeros. Los esquemas políticos y discursos de la izquierda tradicional ( que fueron vencidos en 1973) no tienen cabida en el actual mundo neoliberal, parece que se hace urgente una nueva representación ideológica, económica y de acción política para clavar “banderillas al toro Neoliberal”[ii]
En términos históricos y económicos, según Salazar, debiera desarrollarse una eclosión de una nueva etapa del proyecto de integración hacia adentro. Aunque viendo la realidad política y económica de América Latina, este esfuerzo debiera sumarse a un proceso de integración con los países vecinos, para la constitución de un bloque regional de poder, que pueda en este mundo globalizado -al menos- no ser espectador de cómo otros grupos y países siguen (como a lo largo de casi toda nuestra historia) explotando nuestros recursos naturales e imponiendo sus condiciones para seguir enriqueciéndose a costa de la pobreza y exclusión de grandes capas de nuestra población.
Pero para que pueda suceder este “milagrito”, es necesario disputarles el liderazgo político y económico a las elites y su sistema de alianzas a nivel nacional. Pero esta disputa no debiera hacerse acarreando a los marginados y excluidos por el sistema, sino que ir construyendo con ellos mediante la democratización radical de la sociedad las propuestas económicas, políticas y sociales que permitan dar la estocada de muerte, para-como dice Salazar- cortarle las orejas y el rabo al toro neoliberal.

Neltume y Panguipulli, diciembre de 2005
MDE/mde.

Notas Bibliográficas
[i] Bengoa, José; Marquez, Francisca y Aravena, Susana. La Desigualdad. Págs. 24 y 25. Ediciones Sur. Segunda Edición. Noviembre de 2000
[ii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 104 , 180 y 181.

Modelos Económicos en Chile: Una trayectoria para explicar la desigualdad actual.(parte III)


Desigualdad en Chile: Los Daños Colaterales del Modelo
Según Marcel Claude “deberíamos entender que el modelo o milagro económico chileno no es el resultado de una reflexión académica, productos de años de estudio que permiten alcanzar un consenso científico. El modelo chileno no es otra cosa que un férreo sistema de creciente monopolización y concentración económica, basado fundamentalmente en dos fuentes de generación de riqueza: primero, el uso y sobreexplotación de los recursos naturales como la pesca, la salmonicultura, la minería o los bosques, lo cual es posible gracias al acceso gratuito que tienen las grandes empresas para su explotación; y segundo, la existencia de una mano de obra muy barata debido a la ausencia de mecanismos de protección del trabajo asalariado como es el derecho a huelga que aún no es recuperado plenamente por los trabajadores[i]”.
Para Claude, de otra manera no se explicarían las cifras del SII en las que consta que el 85% de los trabajadores tienen un sueldo inferior a los 350 mil pesos, que el 98% de la fuerza de trabajo recibe una remuneración inferior a los 890 mil pesos mensuales.
“Un profesional de clase media acomodada necesitaría –hoy en día y al menos- percibir un sueldo mensual cercano al millón y medio de pesos, para emular las condiciones de vida que tenía este mismo profesional hace treinta años, hoy, una remuneración igual o superior a esa la recibe solamente el 0.7% de los trabajadores. Esto quiere decir que la vieja clase media chilena ya no existe, es un mito urbano. Hoy sólo existe un sector pequeñísimo pero enormemente rico y una mayoría gigantesca de chilenos (cerca del 90%) que se las arregla mal y muy mal para vivir”[ii].
En Chile la perspectiva utilizada para la medición de la pobreza es la línea de pobreza, que según la Encuesta Casen establecería como límite para diferenciar entre pobres y no pobres a aquellas familias que tienen acceso a 2 canastas básicas en sectores urbano y el valor de 1.75 canasta básica[iii] en el sector rural.
Según Carlos Ruiz[iv] tomando los datos de la Casen 2003 existirían 2 millones 179 mil personas en condición de pobres no indigentes y 728 mil personas indigentes. En el caso de los pobres no indigentes necesitarían 43 mil 712 pesos en sectores urbanos y en el sector rural 29 mil 473 pesos para satisfacer sus necesidades de alimentación. En el caso de los indigentes en el sector urbano para satisfacer sus necesidades de alimentación necesitarían 21 mil 856 pesos y en el sector rural 16 mil 842 pesos.
Para Ruiz el problema es que la línea de pobreza se ha convertido en un parámetro que sólo sirve para realizar comparaciones estadísticas históricas, pero no representa los requerimientos mínimos de una persona para vivir, reduciendo en forma artificial a la población que se encuentra en situación de pobreza y de paso no dando cuanta de la cantidad real de pobres en Chile.
Estamos según Ruiz frente a una pobreza estadística que realiza una medición con pautas de consumo de 1986. Ya que una familia promedio de cuatro miembros necesitaría más de $174.848 pesos (el per cápita de pobre multiplicado por 4) para cubrir sus requerimientos alimenticios mínimos, de transporte y pago de servicios básicos. Ello suponiendo que esa familia reciba del Estado la educación y la salud y no tenga derecho a recrearse, llamar por teléfono, equipar sus viviendas, fumar o beber alcohol, ni tener una dieta variada.
Según Marcel Claude, en Nuevo Umbral de la Pobreza en Chile “los pobres son tan pobres en Chile que ni siquiera se les reconoce el derecho a ser reconocidos como tales, en la medida que puedan además de tener un ingreso para su dos mil calorías diarias, pagar agua, gas, electricidad, comprarse algún vestuario y salir de paseo alguna vez en el año. Lo que se considera como pobreza en Chile, según la interpretación que hace la Casen, es mucho más parecido a la extrema miseria, a la marginalidad total”[v]
En este documento, se estableció un umbral de satisfacción mínimo que incluya los requerimientos mínimos para satisfacer las necesidades de la vida moderna. Esta canasta de bienes requeriría de 125.767 pesos mensuales por persona.
“Definido así el Umbral e Satisfacción Mínimo, el nivel de pobreza llegaría al 80% de la población, es decir aquellos que no cubriría estas necesidades básicas llegaría a más de 12 millones de personas (12.169.040)(...) De esta manera el 80% de los chilenos no dispone del ingreso necesario para cubrir el nivel mínimo de necesidades que impone vivir y trabajar en Chile”[vi]
Carlos Ruiz, por otro lado, plantea además que la distribución del ingreso provoca que los pobres se sientan más pobres y esto se explica por la relación que existe entre que el 20% más rico posee 14,4 veces más ingresos que el 20% más pobre, desnudando la exclusión e inequidad existente en nuestro país. Para Ruiz la pobreza no sólo es carencia de ingresos, sino un fenómeno multidimensional pues hay superposición de desigualdades que generan un círculo vicioso y citando una encuesta del Hogar de cristo, otras dimensiones de pobreza aparte del ingreso serían el hambre y la falta de alimentos, carencia de empleo, carencia de vivienda, necesidades básicas no cubiertas, sentimientos de soledad, tristeza, desesperanza y vacío.
Según el coeficiente de Gini[vii] Chile tendría el séptimo lugar mundial y el tercero en América Latina con un coeficiente de 57, 1 según el informe Mundial sobre Desarrollo humano 2004 del PNUD. Como dato, expuesto por Ruiz en su articulo, “en los años 70 la modesta economía chilena pudo exhibir en el contexto regional la segunda mejor distribución del ingreso: la chilena era una de las sociedades con mayor igualdad social. Hoy, tras poco más de treinta años, Chile es el tercer país en América Latina con la peor desigualdad social”[viii]
Esta desigualdad se graficaría actualmente en que el 20% de la población más pobre participa con un 3.3% del PIB, mientras que el 20% más rico posee una participación de un 62, 2%. Ruiz en este mismo artículo indica que cada veintil equivale a 750 mil persona y que el 10% más rico poseía una participación de un 47% del PIB. También señala que el 5% más rico recibe ingresos 209 más altos que el 5% de la población más pobre.
En el año 2003 Copec (grupo Angelini) tuvo utilidades por 519 millones de dólares; Quiñenco (grupo Luksic), 300 millones de dólares y la escondida (norteamericana) $529 millones de dólares. Como contraste Ruiz señala que el 60% de los chilenos cuenta con menos de 100 mil pesos para satisfacer sus necesidades básicas y llevar una vida digna.
El mismo autor indica que existen 27 empresas que controlan el 50% del valor total de las exportaciones y 10 explican el 35,5%. Mientras que 16 grupos económicos explicarían el 80% del PIB, 4 bancos controlan el mercado financiero y para terminar con esta retahíla de datos 4 AFP manejan $4500 millones de dólares.
Según Ruiz, Chile es un país que ha crecido en promedio a un 5,5% anual durante los últimos años, pero crece con salarios bajos. El desempleo se mantiene y está caracterizado por la alta rotación, inestabilidad y una corta duración. El balance que arroja el seguro de cesantía en el año 2003, indicaría que se crearon 750 mil empleos, pero que los contratos terminados serían 670 mil, por lo tanto la creación neta de empleos sería de sólo 80 mil empleos”
Según Hugo Fazio[ix], si se examina desde la perspectiva de los trabajadores su participación en la distribución se encuentra vinculada a tres variables fundamentales: Ocupación, Salarios y Políticas Tributarias.
En lo referido a políticas tributarias, este autor plantea que el IVA es el impuesto más regresivo, dado que porcentualmente pagan más las personas de menores ingresos al destinar prácticamente la totalidad de su renta a consumo y por tanto es un factor que incide directamente en el deterioro de la distribución. Cuando este autor explicaba esta situación a inicios del 2000, no se firmaba el Tratado de libre Comercio con Estados Unidos y que significó -tras la firma de este tratado el 2004- que el IVA subiera desde un 18% a un 19%, ya que el fisco iba a dejar de percibir ingresos vía aranceles.
Fazio plantea, en el ámbito de ocupación y salarios “que el funcionamiento del mercado laboral, en las condiciones del modelo económico neoliberal, se transforma en otro factor desequilibrante en el plano distributivo (...) La flexibilidad laboral, en el lenguaje impuesto por el neoliberalismo, es eliminar en el mercado del trabajo los mecanismos regulatorios y dejar todo a merced, en los hechos de las decisiones empresariales”[x]
Para este autor, el coordinador de la carta del grupo de economista opuestos a la reforma laboral, Fernando Coloma habría sido más explicito.
“Según sus palabras el propósito de que los trabajadores negocien colectivamente desde ya es bastante discutible. Una huelga sin reemplazo, otorga mucha más presión negociadora a los trabajadores’. Y aquí está sin duda el tema de fondo. El mercado laboral es una ficción a menos que exista capacidad negociadora de los trabajadores. El aumento de la competitividad, en este lenguaje, descansa en la reproducción de las arbitrariedades de un mercado que no funciona como tal”[xi].
Siguiendo la línea de análisis respecto a la distribución funcional del ingreso planteada por Fazio en el 2000, un dato no menor que plantea CENDA (Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo) en su informe de Indicadores Económicos Sociales, es la evolución de las remuneraciones y la productividad desde la década del 90 hasta el año 2005.“Si las remuneraciones crecen por debajo de la productividad ello significa que aumentan por encima de estas variables los denominados excedentes de explotación, es decir, las ganancias del capital e ingreso de los rentistas. De ser así, como acontece en Chile, ello conduce a un deterioro en la distribución funcional del ingreso, es decir, la distribución del ingreso entre capital y trabajo. La distribución funcional del ingreso, por otra parte, determina en lo fundamental la distribución del ingreso en general de la sociedad. Luego, mientras mayor sea la distancia entre el crecimiento de los salarios y la productividad, mayor es el deterioro de la distribución del ingreso”[xii].
Notas Bibliográficas
[i] Claude, Marcel. Modelo Económico y desigualdad social en Chile. En http://www.rebelion.org/ sección Chile. 5/12/2005
[ii] Claude, Marcel. Modelo Económico y desigualdad social en Chile. En http://www.rebelion.org/ sección Chile. 5/12/2005
[iii] Claude, Marcel. La CEPAL establece una canasta básica de alimentos como la representación de un consumo de energía endosomático equivalente a 2.176 Kcal. Determinación del nuevo umbral de la pobreza para Chile ( una aproximación desde la sustentabilidad). Fundación Terram. Junio de 2002.
[iv] Ruiz Encina, Carlos. ¿Crecimiento con Igualdad para el Bicentenario? Sección Sociedad, Análisis del Año 2004. Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. Los textos de Ruiz fueron utilizado en el trabajo Chile 2005: Distribuyendo con Igualdad la Pobreza del autor del presente articulo, que fue presentado en el seminario “Pobreza y estrategias de intervención” y del cual se extrajeroneron las citas y la información que se expone en el presente ensayo.
[v] Claude, Marcel. Nuevo Umbral de la pobreza en Chile. Fundación Terram. Junio de 2002. Pág.13
[vi] Claude, Marcel. Nuevo Umbral de la pobreza en Chile. Fundación Terram. Junio de 2002. Pág.13
[vii] Este coeficiente se utiliza para medir los niveles de desigualdad en un país. Toma el valor 0 si existe una perfecta igualdad y el valor 100 si existe una perfecta desigualdad entre los ingresos de las personas.
[viii] Ruiz Encina, Carlos. ¿Crecimiento con Igualdad para el Bicentenario? Sección Sociedad, Análisis del Año 2004. Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. pág 44.
[ix] Fazio, Hugo. La Transnacionalización de la economía chilena, Mapa de la extrema riqueza al año 2000. Ediciones Lom, Colección Sin Norte. Marzo de 2000. Págs 47 y siguientes.
[x] Fazio, Hugo. La Transnacionalización de la economía chilena, Mapa de la extrema riqueza al año 2000. Ediciones Lom, Colección Sin Norte. Marzo de 2000. Págs 50 y siguientes.
[xi] Fazio, Hugo. La Transnacionalización de la economía chilena, Mapa de la extrema riqueza al año 2000. Ediciones Lom, Colección Sin Norte. Marzo de 2000. Págs 50 y siguientes
[xii] Cenda, Centro de Estudios Alternativos para el Desarrollo Alternativo. Chile: Indicadores económicos Sociales Cenda (I.E.S.C) Julio de 2005. Pág.4

Modelos Económicos en Chile: Una trayectoria para explicar la desigualdad actual.(parte II)

Chile Post 73: La modernización neoliberal y la instauración de un nuevo patrón de acumulación

Para José Bengoa, “durante las décadas del setenta y del ochenta, la alianza militar empresarial
provocó un proceso de restauración social. La cuestión fundamental fue reestablecer el orden estamental tradicional de la sociedad chilena. Como es bien sabido, el régimen estuvo presidido por el ordenamiento de la propiedad privada. Fue el eje principal de acción. Se privatizó el Estado y sus funciones. Se ordenó la propiedad rural hasta el último detalle. Se vendió a los privados todo el patrimonio productivo estatal, con excepción de la defensa y su financiamiento, la gran minería del cobre (…) La sociedad chilena fue transformada en una sociedad de propietarios como había sido la sociedad del siglo diecinueve”[i]
Para Salazar y Pinto[ii], la obra gruesa de la modernización fue la misma construcción del Estado Neoliberal, que eliminó un estorbo e instaló un instrumento para la acumulación de capital. Estas modernizaciones han consistido en privatizar las pulposas prótesis del estado desarrollista, o sea, traspasar esas prótesis de una zona de acumulación negativa (el Estado), a otra de acumulación positiva (el mercado). Según los autores, se pasó de la irresponsabilidad pública a la responsabilidad privada, del bolsillo colectivo al individual.
“Ese trasvasije (en el que deben incluirse empresas estatales y servicios públicos de salud, educación y previsión entre otros), revela que la modernización consistió en la redistribución de mecanismos acumulativos (no en la potenciación de mecanismos productivos) que no tiene parangón en la Historia de Chile”[iii]
Salazar y Pinto señalan que entre 1975 y 1989, el gobierno militar privatizó 160 corporaciones, 16 bancos y más de 3600 plantas mineras, agroindustriales y fundos. La venta de empresas estatales se hizo castigando su precio real entre un 27 y 69 por ciento; mientras que la sola venta de CAP, Chilectra y Soquimich significó para el Estado una pérdida de US$1.400 millones[iv].
Según estos mismos autores, este no fue el único aporte técnico del modelo neoliberal. Indican que “de mayor originalidad fue, sin duda, haber privatizado y mercantilizado los servicios (salud, educación, previsión) de lo que fue el Estado Social-Benefactor, e incluso segmentos sustantivos de las políticas públicas del viejo Estado Liberal de 1925 (en especial las políticas de desarrollo local. El carácter técnico de esta segunda oleada de mercantilizaciones consiste en que, sobre la base de tales servicios y políticas se crearon, no tanto nuevos grupos económicos, sino que nuevos procesos acumulativos. Procesos de acumulación fácil (no productiva, por cierto, porque no expolian a trabajadores, sino a cotizantes ( en salud y previsión, a padres y apoderados (educación), mientras se utiliza a los pobres como pretexto para vender políticas locales de superación de la pobreza, y a contribuyentes como accionistas pasivos de tales negocios”[v]
Agacino[vi], por otro lado nos indica en síntesis, cuales son las características de este nuevo patrón de acumulación instaurado a partir de 1975 por los discípulos chilenos de Milton Friedmann que estudiaron en la Universidad de Chicago.
En lo que se refiere a la fase de acumulación capital Dinero, la temprana desregulación de los mercados financieros y el retiro sistemático del sector público del ámbito de la producción y la inversión productiva, marcan un punto de inflexión con el MISI. Por lo tanto no existiría una estrategia definida de desarrollo pues el tipo de economía que se construye queda en los azares de las decisiones del propio capita-particularmente del capital transnacional- y no es tema de discusión política. La mano invisible de Ricardo y Smith conducirían la acumulación, y tanto el desarrollo como el tipo de desarrollo serían el resultado espontáneo de la iniciativa privada sin trabas institucionales.
En lo que se refiere a la fase Capital Productivo un aspecto relevante para Agacino del patrón de acumulación es como se organiza el capital en la esfera productiva.
“Se combina la centralización del poder sobre variadas actividades productivas por medio de conglomerados con una desconcentración simultánea de la actividad productiva misma, fragmentando los circuitos productivos y modificando notablemente los procesos de trabajo (…) Los nuevos empresarios dejan de adscribirse a cierto tipo de actividad productiva específica y asumen la acumulación de capital en cuanto a valorización, independientemente de su forma. Transitan desde el campo a la industria, combinan actividades bancarias con industriales, mineras, de servicios o especulan: centralizan el capital por la vía de la integración horizontal”[vii]
Para este mismo autor, la nueva modalidad de operación del capital se desarrolla simultáneamente con una desconcentración de los procesos productivos: la subcontratación de unidades productivas autónomas pero organizadas en función de la lógica de acumulación de un capital hegemónico. Esto exigiría a su vez flexibilización y fragmentación del capital productivo, que se adhiere a nivel mundial, no sólo a la internacionalización del capital dinero (flujos financieros internacionales) o a la internacionalización del capital mercancía (flujos de comercio real) sino a su fase más reciente: La internacionalización del capital productivo mismo, la desconcentración territorial del proceso productivos en la búsqueda de costos menores (menores salarios, menores regulaciones ambientales) en relación a los existentes en sus países de origen.
“La cadena productiva de una mercancía (…) se organiza en torno a un capital hegemónico; es este capital perteneciente a un conglomerado el que controla directa (la subcontratación) o indirectamente el proceso productivo (control de los flujos de comercio) pudiendo movilizarse de una actividad a otra externalizando los costos del ajuste. La acumulación en esta lógica de flexibilidad se traduce en que sean las unidades subcontratadas las obligadas a flexibilizar sus operaciones, sea regulando sus niveles de actividad (cantidad producida o masa de servicios prestados) o bien, flexibilizando precios, principalmente salariales, a objeto de mantener una tasa de beneficio estable”[viii]
Para Agacino la centralización del capital en conglomerados con desconcentración productiva se ha traducido finalmente en la aceleración de la acumulación de los grandes capitales con un estancamiento permanente de la rentabilidad del segmento de capitales pequeños, y principalmente con severos efectos sobre el movimiento obrero.
Otro elemento según Hugo Fazio característico del modelo neoliberal chileno es la alta presencia de inversión extranjera. Al finalizar 1998, la inversión de EEUU sumaba US$ 10.879,9 millones, representando más de la tercera parte de la suma global, exactamente un 34,3% . En el caso de España, la fuerte presencia a partir de 1996 y alcanzando un monto global a 1999 de US$ 7570 millones, justo en la época de adquisición de Endesa y Enersis por el grupo español Endesa España.
Notas Bibliográficas
[i] Bengoa, José; Marquez, Francisca y Aravena, Susana. La Desigualdad. Págs. 24 y 25. Ediciones Sur. Segunda Edición. Noviembre de 2000.
[ii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 109.
[iii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 109.
[iv] Más antecedentes de esta liquidación por fin de temporada se pueden encontrar en el libro “El saqueo de chile” M.L. Monckeberg y en el Informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados presidida por el Diputado Montes, es esta última se señala que existiría una pérdida patrimonial para el Estado chileno de $6.000 millones de dólares. (nota del autor)
[v] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 110.
[vi] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 2. Paper. Sin fecha de publicación.
[vii] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 3. Paper. Sin fecha de publicación.
[viii] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 4. Paper. Sin fecha de publicación.

Modelos Económicos en Chile: Una trayectoria para explicar la desigualdad actual.(parte I)

Introducción
Este ensayo pretende dibujar el trayecto histórico que ha tenido la economía nacional y sus proyectos políticos y económicos desde 1830 hasta el presente.
Para caracterizar estos proyectos, tomamos el concepto de integración hacia afuera, como una manera de calificar el proceso librecambista del siglo XIX y la instauración del modelo económico neoliberal durante la dictadura. Así mismo, utilizamos el concepto de integración hacia dentro, para explicar el patrón de acumulación capitalista en Chile desde 1939 hasta 1973, que son desarrollados por Salazar y Pinto en su Historia Contemporánea de Chile.
Este trabajo se divide en tres partes y conclusiones. La primera donde se establecen las semejanzas entre la conformación estatal de 1830 y la refundación neoliberal de la dictadura post 73. Se analiza desde una perspectiva histórica las características pendulares del liderazgo económico, luego se caracteriza el Modelo de Industrialización de Sustitución de Importaciones (MISI)
En su segunda parte se caracteriza la modernización neoliberal y como se implementa y cambia el régimen de propiedad y el patrón de acumulación capitalista tras 1973, se dan algunos datos respecto al saqueo del estado chileno por parte de los grupos económicos.
Cabe destacar que para la caracterización de los patrones de acumulación MISI y Neoliberal nos tomamos de la descripción de Rafael Agacino.
Y finalmente se exponen antecedentes de los costos sociales (daños colaterales) de la distribución del ingreso y la creciente percepción de desigualdad existente en el país actualmente. O como dice Bengoa, la fuerte sensación de estamentalidad y la percepción de que las personas son más por lo que poseen que por su función dentro de la sociedad.
Los datos que se exponen para graficar la desigualdad y pobreza son de los años de los gobiernos de la Concertación, quienes tras la década del 90 y principios de siglo 21 administran el modelo económico heredado de la dictadura. Quienes no pueden desatenderse de esta situación, como se los recuerda muy bien Rolf Lüders, ex ministro de Pinochet y uno de los artífices del actual modelo económico, al indicar que “la Concertación ha administrado mejor el modelo que la Derecha”[i]

1. Proyectos históricos fundacionales y refundacionales: Cuando la integración hacia dentro fue sólo un paréntesis.
Para Gabriel Salazar y Julio Pinto[ii] una de las interrogantes necesarias de dilucidar es ver quien manda la economía chilena. O sea, quien lleva el liderazgo económico y cuales han sido características principales de estas elites.
“La teoría de la dependencia ha sido la que más claramente ha planteado que las economías periféricas están imposibilitadas, por la misma estructura básica de esa relación, para salir de su situación sojuzgada y alcanzar la independencia económica, que se hace prácticamente sinónima de un verdadero desarrollo. Desde esta perspectiva, las cadenas de dependencia determinan el carácter del comercio exterior de un país como Chile, influyen en su estructura sociopolítica y establecen límites inamovibles a sus políticas socioeconómicas”[iii]
Salazar y Pinto explican que tanto posturas socialistas como marxistas denunciaron casi desde un comienzo la alianza de las oligarquías nacionales con poderosos intereses externos. La oligarquía decimonónica –según los autores “mercaderes especuladores”- habría conformado un Estado funcional al buen manejo de sus intereses en el juego del comercio internacional. De ahí el derrocamiento de Balmaceda en 1891 por una coalición de banqueros, terratenientes, mineros e industriales que se enfrentaron a una política nacionalista, contraria al librecambismo y estatalmente intervencionista pues veían amenazados sus privilegios como clase social y económicamente dominante.[iv] En el caso de la UP, a pesar de estar en otro modelo o patrón de acumulación (MISI), donde rebasaron sus liderazgos políticos y los gremios empresariales participaron de manera directa en las movilizaciones contra las reformas económicas de corte socialista.
“De allí la tradición de considerar que el liderazgo económico nacional ha estado en manos de un grupo que ha tendido a aliarse con el capital internacional dominante, fuera inglés, alemán o norteamericano, que manejaría la cara externa de nuestra economía, mientras ellos quedaban a cargo de la cara interna donde se desarrollarían las actividades productivas y comerciales para la exportación e importación”[v]
Estos autores también señalan que el liderazgo económico le teme al proteccionismo, pero también le teme al mercado. Plantean que esta actitud es pendular: “en los momentos en que el liberalismo nos pone una crisis económica, se recuerda la importancia de regular la economía y la responsabilidad del Estado. Cuando el mercado los traiciona, tiende a recordarse la debilidad estructural de los modelos primario exportadores, la vulnerabilidad de la economía chilena, el carácter estratégico de la industria para el desarrollo. Pero cuando el mercado funciona bien, vienen los momentos del triunfalismo: los grandes caracoles o malls de los mercaderes, la sensación de haber dejado el miedo atrás, el gatito maullando como jaguar. En esos momentos, se recuerda, hay que crear “un clima favorable a la inversión, y a la vez constatar que la industrialización programada también fracasa[vi]
Podríamos decir que en la matriz de la conformación estado chileno, tanto en el proceso de independencia (rompimiento de marras) como en la constitución violenta de 1830 “no vino a construir la unidad nacional, sino a remachar los mecanismos de diferenciación social latentes, pero regulados del período colonial. Es como si el primer Estado nacional hubiese operado en sentido civil inverso al Estado Imperial. La violencia de 1830 consolidó un Estado pero no unificó la sociedad. Más aún: el proyecto estratégico de ese Estado no fue integrar la sociedad hacia dentro, sino recomponer la integración hacia fuera. O sea: reconquistar para Chile un puesto en el Mercado Global. Lograr el reconocimiento diplomático de las grandes potencias del atlántico norte. No perder el feeling (imperial) de la globalidad”[vii].
Estos mismos autores realizan la siguiente pregunta ¿Por qué el primer proyecto histórico nacional (triunfante en 1830) predominó la integración hacia fuera y no la integración hacia adentro?
“Fundamentalmente, porque el bloque militarmente triunfante en 1830 impuso, como fórmula de unidad, el proyecto de desarrollo de los grandes mercaderes. Que no era el proyecto de los campesinos, mineros, artesanos, o de las comunidades locales, ni siquiera de las cliques militares (o`higginistas o freiristas), sino de esas elites que, en cada transacción comercial (triangular) con Cádiz, Buenos Aires, Tucumán o Lima, obtenían una ganancia diez veces mayor que la ganancia media anual de cualquier productor (incluso que los terratenientes netos, que no eran mercaderes”.[viii]
Si existe alguna semejanza con el proyecto de refundación neoliberal post 1973 en cuanto a forma, no es casual.
Según Salazar[ix] “debe tenerse presente que Chile ha sido un país regido por principios liberales desde 1829 hasta 1938, y luego desde 1973 hasta hoy. Es decir: que de 170 años de vida libre, Chile ha estado sometido a esos principios durante 135 años, de modo que el período en el que se implementaron ajustes estructurales, políticas desarrollistas y practicas populistas (entre 1938 y 1973) es más bien la excepción y no la regla, pues sólo duró 35 años…”
Y en ese paréntesis de 35 años qué sucedió. Producto de la crisis mundial del `29 y el advenimiento del modelo keynesiano, el decaimiento del mercado salitrero y luego que durante la Segunda Guerra Mundial las principales economías capitalistas volcaran todos sus esfuerzos en transformarse en economías de guerra, se planteó un modelo industrializador sustitutivo de importaciones (MISI), o como lo denomina Salazar y Pinto el proyecto de integración hacia dentro.
Producto de esta situación, a partir de la creación de la CORFO en 1939, durante el gobierno del Frente Popular del radical de Pedro Aguirre Cerda, el capitalismo chileno tuvo un conductor, el Estado, desde el punto de vista de la primera fase de acumulación[x].
“En el proceso de valorización del capital es posible distinguir tres fases. La primera, corresponde a la fase del capital-dinero, es decir la presencia del capital como masa de dinero dispuesto a iniciar la actividad productiva; la segunda, la del capital-productivo, en la cual se organiza y ejecuta el proceso de producción y la tercera, la del capital-mercancía, en la que se busca la realización del excedente generado para nuevamente (por la vía del consumo productivo) reiniciar el proceso. Lo importante es que cada fase asume características especiales en cada época y tales singularidades permiten caracterizar un cierto patrón de acumulación”.[xi]
Según Agacino, se le asignó al Estado, en la fase capital dinero, la potestad para coordinar y orientar el proceso de acumulación e incluso, se aprobó su intervención directa tanto en la esfera productiva (la inversión productiva) como el control de los flujos de capital dinero (mercados financieros regulados e intervención en la gestión de los créditos internacionales para el desarrollo). Para este autor, en las décadas anteriores a los setentas la centralización del capital asume la forma de integración vertical conjuntamente con la concentración de capital en grandes complejos industriales asociados a un mismo valor de uso. Lo central de la tesis era que la industrialización permitiría el desarrollo del país y que para eso bastaba tener un mercado interno que diera el ancho de banda necesario para mantenerlo.
“La conformación de estas fracciones diferentes de capital va aparejada de una relación directa con el Estado: en un caso por la vía de la competencia o la complementariedad (inversiones en infraestructura) o en otro, por su asociación explícita (proteccionismo) o independencia y conflicto por la vía de irrupción de la actividad pública en los ámbitos de exclusividad privada (minería, banca). Incluso desde el punto de vista del capital productivo, en el propio sector público existe la tendencia a la centralización por la vía de la integración vertical”[xii]
Para Agacino esto significó que este proceso fuera acompañado por una concentración de las actividades productivas en grandes complejos industriales para aprovechar las economías de escala o para ejercer un control más efectivo sobre el conjunto del circuito productivo. Esto también trajo consigo efectos sociales, ya que aumentó las posibilidades de organización de nuevas franjas de trabajadores y posibilitó el fortalecimiento de la actividad sindical tradicional.
Según Tomás Moulian[xiii] este Estado creció y se transformó en un Estado Hipertrófico Populista Desarrollista que fue incapaz de solventar las exigencias y los tironeos tanto de los sectores populares y medios, como continuar asegurando el proceso de acumulación de las clases hegemónicas, que a pesar de su crisis de liderazgo a mediados de la década del 25, mantuvieron la táctica de la contención, como esperando gozar de mejor salud, como esperando la oportunidad histórica para reimplantar el proyecto de integración hacia fuera.
Los sectores populares y los partidos políticos fueron avanzando en esos 35 años –ley maldita inclusive- en la construcción de un proyecto político dentro del marco institucional que se había dibujado en la constitución del 25 y cuya primera expresión fue el Frente Popular. Se organizaron y fortalecieron los trabajadores, se empezó a luchar por la reforma agraria, se empezó a hablar de que la revolución estaba a la vuelta de la esquina[xiv]. Se hablaba de socialismo como quien hoy habla de la farándula, o sea, se hablaba hasta por los codos.
“Y de tanto hablar de socialismo y de desfilar con coligües por calle Mac Iver, asustaron a las capas medias y a las capas calcetines que fueron el chivo expiatorio exacto para que los milicos azuzados por la derecha, que financiada por la CIA, que estimulada por las transnacionales, y que financiada por el complejo industrial militar empezaron a golpear, a golpear, a golpear; hasta que un 11 de septiembre de 1973 del siglo pesado, la viejita gritó: los Tangolpiando, los tangolpeando, nos tan golpeando… y el país amaneció con los ojos morados”[xv]
Es cierto que se hablaba mucho de socialismo y de revolución, pero lo terrible y el sino del proyecto político e histórico y de la vía chilena –pacífica- al socialismo es que esas palabras no tenían poder de fuego. A pesar de que sectores del PS y del MIR planteaban el “avanzar sin tranzar”, consigna que a su vez chocaba con la “batalla de la producción” del PC (como si en los manuales soviéticos la verdad de la historia estuviera trazada por la santa tríada de Marx, Lenin y Stalin). Catástrofe en desarrollo, crisis de conducción, lo cierto es que con la caída de la UP se puso fin al proyecto de integración hacia dentro y al Modelo de Industrialización de Sustitución de Importaciones, a un alto costo histórico y político, pero por sobretodo sacrificando a casi toda una generación de luchadores sociales.
Para Salazar y Pinto es “sugestivo que el implante libremercadista de Chicago[xvi], lo mismo que el proyecto mercantil impuesto un siglo y medio antes por Portales y Cía, sólo haya podido germinar en el nido violento de una intervención militar”.
Pareciera que en la matriz de la conformación estatal chilena por parte de los poderosos, siempre las miradas estuvieron hacia fuera.

Notas Bibliográficas
[i] Claude, Marcel. Modelo Económico y desigualdad social en Chile. En www.rebelion.org sección Chile. 5/12/2005
[ii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II: “Actores, identidad y movimiento”. Ediciones LOM serie Historia, 1999. Págs 48 y siguientes.
[iii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II: “Actores, identidad y movimiento”. Ediciones LOM serie Historia, 1999. Págs 48 y siguientes.
[iv] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II: “Actores, identidad y movimiento”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 50
[v] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II: “Actores, identidad y movimiento”. Ediciones LOM serie Historia. 1999 Pág. 50
[vi] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II: “Actores, identidad y movimiento”. Ediciones LOM serie Historia. 1999 Págs. 51 y 52
[vii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Págs. 131 y 132.
[viii] Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile I: “Estado, legitimidad, ciudadanía”. Ediciones LOM serie Historia. 1999. Pág. 132.
[ix] Salazar, Gabriel. Ciencia y neoliberalismo (Ocultar, Ocultar la verdad que no se puede mostrar). Rocinante, Año IV, Nº 29, Marzo 2001. Págs 35 y 36.
[x] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 2. Paper. Sin fecha de publicación.
[xi] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 1. Paper. Sin fecha de publicación.
[xii] Agacino, Rafael. Acumulación, distribución y consensos en Chile. Página 3. Paper. Sin fecha de publicación.
[xiii] Moulian, Tomás. Chile Actual: Anatomía de un mito. Ediciones LOM.1996?
[xiv] No olvidemos que para la generación de los sesenta el ejemplo de Fidel Castro y de Ernesto Guevara en Sierra Maestra estaba demasiado fresco en la memoria y a pesar de la muerte del Che en Bolivia en 1969, no faltaban quienes querían tomar el fusil del argentino. Nota del autor.
[xv] Redolés, Mauricio. Los Tangolpeando. Mauricio Redolés y los ex Animales Doméstico de SChile en Vivo. 2001. Track 19. Puede parecer inoportuno, pero nos parece una buena síntesis de sentido común y sobre todo de falta de gravedad necesaria par hacer una transición textual.
[xvi] Salazar y pinto se refieren a una camada de 150 economistas chilenos que obtuvieron doctorados en la escuela de economía de la Universidad de Chicago. Ellos destacan a Rolf Lúders, Sergio de Castro entre otros economistas.

Wednesday, October 04, 2006

Nuestra Historia entre la lucha del presente y el pasado

“Cuan feliz es el hombre inocente sin delito, el mundo que se olvida mundo olvidado; el eterno resplandor de una mente sin recuerdos: se cumplen las oraciones y se rechazan los deseos”[i]

1. Introducción
¿El concepto de memoria histórica es una tautología, una hipérbole o un oxymoron?
Porqué desde el mundo progresista, esa generación que sobrevivió y resistió a la versión latinoamericana de la guerra fría-las sangrientas dictaduras militares- hace énfasis en esto de la memoria y de la historia.
Y hago estas interrogantes, desde la perspectiva de un sujeto que ha vivido en eterna transición, un sujeto que a pesar de tener conciencia respecto a la historia, pertenece a una generación –o aun grupo de ellas- sin épica. Una generación que ha vivido esta transición ad eternum, que le ha tocado el papel de mantener prendida la esperanza mientras llegan tiempos mejores. (Aunque creo que alguien desde Chiapas nos diría que las correlaciones de fuerza se pueden ir al carajo, pero ya hablaremos de eso en su momento).
Hannah Arendt[ii] plantea citando a Aristóteles y a Hegel, que la historia es la reconciliación con la realidad. ¿Cómo reconciliarse con el horror y con el hecho de perder aquel tesoro sin nombre que traen consigo las rebeliones que no alcanzaron a ser revoluciones?
Según Milan Kundera, las reconciliaciones con la historia a veces resultan algo contradictorias....
“No hace mucho me sorprendí a mí mismo con una sensación increíble: estaba hojeando un libro sobre Hitler y al ver algunas de las fotografías me emocioné: me habían recordado el tiempo de mi infancia; la viví durante la guerra; algunos de mis parientes murieron en los campos de concentración de Hitler; ¿pero qué era su muerte en comparación con el hecho de que las fotografías de Hitler me habían recordado un tiempo pasado de mi vida, un tiempo que no volverá?(...) Esta reconciliación con Hitler demuestra la profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido”[iii]
Y siguiendo la línea de este mismo autor, plantea el mito del eterno retorno según Nietzsche, en función de que pasaría si nuestra vidas se repitieran
““El mito del eterno retorno viene a decir per negatio- nem, que una vida desaparece de una vez y para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros (...)Digamos por tanto que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas aparecen de un modo distinto a como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz?”[iv]
La fugacidad de las acciones, de los hechos, de las vidas...que significado pueden tener si no son registrados, analizados, puestos en perspectiva, si no son colocados en la mesa. De ahí la importancia de retornar al pasado o permitir que las fuerzas del pasado nos visiten, de ahí la importancia de que la memoria se convierta en historia. Aunque eso signifique andar con una mochila al hombro durante todo el día...
“Si cada uno de los instantes de nuestra vida se van repetir infinitas veces estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada”[v]
El presente ensayo pretende humildemente revisitar algunos hechos históricos contemporáneos y su conexiones con la nuestra realidad y plantear ciertas interrogantes a la luz de las lecturas de Hannah Arendt y Eric Hobsbawn.
Ambos autores destacan de una manera u otra, lo que ha significado la desintegración de las relaciones sociales y de la tradición producto de la entronización del individualismo.
Hobsbawn no concuerda con la idea de reconciliación que está inserta en el dicho francés de “comprenderlo todo es perdonarlo todo”. Para Hobsbawn comprender no significa necesariamente perdonar.
Arendt nos instala en un lugar antes de la comprensión, en el proceso mental que sucede cuando existe “un intervalo en el tiempo que está totalmente determinado por cosas que ya no son y por cosas que todavía son”: una eterna transición marcada por la inestabilidad. Y esto da luces para comprender los procesos históricos que han sucedido luego de los ‘90s. Es como una posta, Hobsbawn nos explica el contexto del siglo XX y como este finaliza y Arendt nos entrega herramientas para la comprensión de los hechos que han venido sucediendo y que han afectado la actual conformación de la sociedad contemporánea.

2. Algo termina mal, para empezar peor
Tras la revolución bolchevique de 1914 y hasta 1990, un constante equilibrio precario marcó la historia de la humanidad. El único socialismo real Centralizado, burocrático, de partido único y antidemocrático se hacía polvo ante la evidencias de su desgaste: la URSS se disolvía al igual que el proyecto histórico que representaba. Siglo XX corto, famélico, febril, loco y frenético le decía adiós a Lenin y enterraba a Marx diciendo que la historia había terminado. El símbolo, el icono es la caída del Muro de Berlín.
Eran los 90 y este mundo bipolar que se deshacía en pedazos traía esperanzas de la ansiada paz o mejor dicho de la angustia del botón, la bomba y el invierno nuclear. El miedo a la guerra de las guerras. Pero lo que vino fue la pax “yanqui” y el reordenamiento de la economía mundial y por lo mismo de un nuevo orden mundial. La globalización económica instrumentalizada por la ideología neoliberal ( que no es sino un revisión de la economía clásica de Smith y compañía junto a las manos invisibles del mercado que regulan y mejoran todo por obra y gracia del espíritu santo) no es sino la concreción del proyecto político del capitalismo mundial: un mundo sin fronteras para el libre tránsito de las mercancías y el capital.
O sea, que lo que supuestamente era el remedio; resultó mucho peor que la enfermedad. Creemos que entre los 90 y la actualidad (algo así como 16 años, aunque el parto original venía desde la crisis del petróleo de 1973) se ha vivido la hegemonía de un modelo y pensamiento económico y la entronización del “american way of life” como la única manera de vivir.
Según Hobsbawn[vi] la historia del siglo xx se ha caracterizado por la época de las catástrofes, de las grandes guerras y genocidios, del triunfo y (al mismo tiempo) de la derrota de la idea del progreso indefinido. Tras los 90, la cuarta guerra mundial (pues la tercera fue la guerra fría) con Estados Unidos a la cabeza no ha hecho otra cosa que manejar el mundo con la mentalidad de un niño de cinco años y con la razón que solo otorga la fuerza de las armas.
Aunque según este historiador inglés, indica que en tres aspectos, este mundo es diferente de manera cualitativa al que les fue legado a nuestros abuelos: ya no es euro céntrico y se ha dado paso a lo que McLuhan llamó proféticamente a los inicios de los 60’ la aldea global, realizando una ruptura entre el pasado y el futuro. La tradición y las relaciones sociales que alguna vez dieron sentido a la humanidad han sido profundamente erosionadas.
“En la práctica la nueva sociedad no ha destruido completamente toda la herencia del pasado, sino que la ha adaptado de forma selectiva. No puede verse un enigma sociológico en el hecho que la sociedad burguesa aspirara a introducir un individualismo radical en la economía y... a poner fin para conseguirlo a todas las relaciones sociales tradicionales (cuando fuera necesario), y que al mismo tiempo temiera “el individualismo experimental radical” en la cultura (o en el ámbito del comportamiento y la moralidad). La forma más eficaz de construir una economía industrial basada en la empresa privada era utilizar conceptos que nada tenían que ver con la lógica del libre mercado; por ejemplo, la ética protestante, la renuncia a la gratificación inmediata, la ética del trabajo arduo y las obligaciones para con la familia y la confianza en la misma, pero desde luego no el de la rebelión del individuo”[vii]
Según Hobsbawn en “las postrimerías de esta centuria- refiriéndose al siglo xx- ha sido posible, por primera vez, vislumbrar, cómo puede ser un mundo en el que el pasado ha perdido su función, incluido el pasado en el presente, en el que los viejos mapas que guiaban a los seres humanos, individual y colectivamente, por el trayecto de la vida ya no reproducen el paisaje en el que nos desplazamos y el océano por el que navegamos. Un mundo en el que no sólo no sabemos hacia donde nos dirigimos, sino tampoco adónde deberíamos dirigirnos”. Es decir el mapa es distinto al territorio observado o como lo dijo un poblador en Chile “ahora que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”.
Haciendo síntesis y a pesar de la marejada neoliberal, a inicios de la primera década del 2000, la hegemonía de Estados Unidos estaba empezando desgastarse. Luego vino lo del ataque a las torres gemelas aquel 11-S (que es radicalmente distinto a nuestro 11-S) y la maquinaria de la guerra y el choque de las civilizaciones entre este y oeste de Huntington, ha tratado de reforzar la hegemonía norteamericana y su visión conservadora de lo que debe ser una democracia en cada provincia, perdón, en cada país del mundo.
Y este mundo, tan desigual, tan cruento en Irak, tan terrible en Afganistán, Palestina y el Líbano, donde los pueblos pagan en carne propia la “buena suerte” de tener petróleo o de estar ubicados en el dicotómico lado del eje mal y al mismo tiempo tienen la “mala suerte” de resistir. Revisando la historia, no estamos muy lejos de lo que veíamos a inicios del siglo XX –en el sentido de la barbarie y el desprecio a la vida.
Hobsbawn nos plantea que “esta es la situación a la que debe adaptarse una parte de la humanidad en este fin de siglo y en el nuevo milenio. Sin embargo, es posible que para entonces se aprecie con mayor claridad hacia donde se dirige la humanidad. Podemos volver la mirada atrás para contemplar el camino que nos ha conducido hasta aquí (....) Ignoramos cuáles serán los elementos que darán forma al futuro (...)Confiemos en que el futuro nos depare un mundo mejor, mas justo y más viable. El viejo siglo no ha terminado bien”[viii]
Hobsbawn nos indica que el viejo siglo no ha terminado bien. Nosotros 16 años después le podemos indicar que el nuevo, tampoco ha empezado bien. Aunque desde el Sur, ese que existe, Chiapas, Venezuela y Bolivia muestran caminos para salir de las presiones del pasado y del futuro. Estas luces que empiezan a iluminar la prolongada noche latinoamericana no hacer plantear que creemos que la historia no es lineal, es como una trayectoria en ciclos que en su devenir se va contrayendo y se expandiendo en función de los que hacen los sujetos que realizan y que luchan por construir un mundo más justo.

3. Entre el pasado y el futuro : la insoportable levedad/peso de los sujetos históricos
Luego de esta especie de sobrevuelo para reconciliarnos con la historia o al menos con parte de ella, queremos indicar y volver a esta especie de marasmo transicional –y no me refiero solamente a la comedia en cuatro actos donde ante cualquier hecho se acaba la transición democrática de Chile- que han significado las transformaciones neoliberales en el mundo.
En este adaptarse a un presente continuo, nuestra generación –aquella que nació bajo dictadura- puede decir que tiene una herencia que no procede de nuestro testamento; y lo que quedó (los sobrevivientes) de las anteriores podrían hacer suya esa triste opacidad que vino luego de esos años de rebeldía y resistencia en las cuales fueron desafiantes y donde la libertad estaba presente en la mesa. Llegó la alegría y el tesoro no estaba al final del arcoiris, se había perdido[ix].
Pero volvamos a las preguntas iniciales respecto a la memoria histórica. Es Tautológica?, en el sentido que en el sentido común se equipara memoria a historia. Es una Hipérbole?, ya que quiere exagerar un momento, un proceso y unos hechos que provienen de la presión del pasado. O un Oxymoron?, en función de asignar a lo que la historiografía tradicional ha hecho de manera constante y que consiste manipular la historia para transformar la memoria de los pueblos, transformando ambos conceptos que debieran ser complementarios en antagonistas.
Pero es posible reconciliarse con la realidad?
En la novela “La Insoportable Levedad del Ser”, ambientada en el antes y después de la primavera de Praga [x]. Tomás, el protagonista, escribe un artículo refiriéndose a las matanzas y deportaciones del Stalinismo y criticando a la dirigencia comunista de la época, por haber sido ciegos frente a estos hechos que eran evidentes mientras sucedían y que ahora, tras la muerte de Stalin y con Krushnev a la cabeza de la URSS, rasgaban vestiduras y revisitaban la historia. Ante esto, el protagonista les proponía que debían seguir el ejemplo de Edipo tras enterarse de su tragedia[xi], arrancarse los ojos; pues no fueron capaces de ver lo evidente, esa acción externa que se oculta a la vista. Pues, ¿era posible que ellos se reconciliarán con esa dura realidad, con esa presión proveniente del pasado?
¿A cuantos dirigentes políticos del Chile actual se les podría aplicar esta metáfora por hacerse los desentendidos de las torturas, asesinatos y desapariciones producidas en la dictadura militar? ¿a cuantos dirigentes políticos se les podría aplicar también esta metáfora al negociar esas muertes y la tragedia de las violaciones a los derechos humanos, así como la lucha antidictatorial para administrar un sucedáneo del tesoro perdido al final del arcoiris? A lo mejor el peso de los hechos y de las trayectorias personales y grupales de los distintos proyectos políticos que sucedieron antes y después del golpe militar han sido una carga muy pesada que nadie ha querido asumir. ¿Quién tendría la valentía de hacerse el responsable y cargar con todo el peso de la historia?
Para Arendt “la tarea de la mente es entender que pasó y este entendimiento, según Hegel, es la manera en que el hombre se reconcilia con la realidad; su fin real es estar en paz con el mundo. El problema es que si la mente es incapaz de brindar paz e inducir la reconciliación, inmediatamente se encuentra a sí misma involucrada en su propio tipo de guerra”[xii]
Y en esta guerra que nos queda? Transformarnos en hipócritas o en su defecto, en cínicos, y cuando decimos “cínicos”, me refiero a eso de criticar y no proponer y ni siquiera actuar para cambiar o transformar la realidad. Pero quedaría una posición un poco más extrema: sacarse un ojo y quedar tuerto, para ser rey en el país de los ciegos.
Una ética algo dura nos indicaría ese camino para la reflexión.
Arendt indica ”...que el llamado a la reflexión surge en el extraño período intermedio que a veces se inserta en el tiempo histórico cuando no sólo los historiadores del futuro, sino también los actores y testigos, toman conciencia de un intervalo en el tiempo que está totalmente determinado por cosas que ya no son y por cosas que todavía son. En la historia, estos intervalos han mostrado más de una vez que pueden contener el momento de la verdad”
Si para las generaciones anteriores a la nuestra- a la de los hijos de la dictadura- la tragedia fue que se perdió el tesoro, ya que pudiendo tocar el cielo no lo hicieron. Para nosotros el destino no ha sido mejor, hemos vivido un tiempo sin épica. Pero al mismo tiempo ha sido un tiempo de reflexión ya que tenemos una herencia que no procede de ningún testamento y estamos haciendo patente la pérdida (para bien y para mal) de ciertas tradiciones o testimonios (reformistas y revolucionarios) que provienen de la lucha social antes y después del 73.
No es menor que la historia chilena este marcada casi sincrónicamente[xiii] con hitos y fechas que han generado muchas veces la transformación del curso de la historia. El 11S chileno y el 11S norteamericano, la caída del muro de Berlín y el advenimiento de la democracia protegida en Chile. Contradictorios procesos y hechos históricos que actúan como espejos que nos cuestionan y escudriñan.
Arendt citando a Kafka, indica que “él” (para nosotros sujeto-actor) esta en medio de una confrontación de fuerzas que provienen tanto del pasado como del futuro. Ella indica que existiría una tercera fuerza y que es el choque de los extremos en este sujeto conformando una fuerza diagonal que es irradiada por él; puesto que si no lo hace, moriría de agotamiento. Nosotros entendemos que esta diagonal sería la acción política transformadora que además nos permitiría reconciliarnos con la realidad.

Pero que entendemos por acción política en la actualidad?
Hace un par de días, me pareció ver quemándose la Moneda nuevamente en mi memoria –como un eterno retorno- y en mi presente. Alguien tiró una bomba molotov, a una ventana de ese edificio. El peso de la historia, la carga de las imágenes y todo lo que significó esa noche dictatorial para el país, se me vino encima.
Esa acción política, la de tirar una molotov, se puede entender a lo mejor en clave, como la pérdida de tradición y de comunicación entre la generaciones: la que sobrevivió, la que nació durante la dictadura y la que nació luego que llegó la alegría. Puede que algunos digan que es producto de mentes afiebradas, otro que un infiltrado, o que simplemente es una soberana estupidez.
Yo creo que esa acción política es un síntoma de que nadie ha sido capaz de asumir la carga histórica y de los procesos de lucha social de los últimos 35 años de este país, para colocarlos en la mesa y compartirlos entre las generaciones. Una falta comunicación, de reflexión o simplemente el no asumir la responsabilidad de ser hombre o mujer de su tiempo.
Kundera nos pregunta acaso si es verdad que el peso es terrible y maravillosa la levedad? Y en algo da luces a esto de ser hombre y mujer de su tiempo...
“La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?”[xiv]
A lo mejor algunos han preferido la levedad del eterno resplandor de una mente sin recuerdos, sin memoria. Otros nos hacemos cargo del peso de la memoria colectiva para salir del marco entre las fuerzas del pasado y el futuro; pues es nuestra herencia y responsabilidad. A lo mejor esa es la lucha interna de cada sujeto, dejarse llevar por la levedad del presente continuo o hacerse al hombro la carga pesada de la historia para comprender, para reflexionar y para realizar acciones políticas que permitan transformar la realidad.

Panguipulli, Santiago, Septiembre de 2006.

[i] Cita atribuida al Papa Alejandro VI en la película “El resplandor de una mente sin recuerdos”
[ii] Arendt, Hannah. Historia y naturaleza. Entre el pasado y el futuro. Págs. 53 y 54
[iii] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7
[iv] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7
[v] Idem
[vi] Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995
[vii]Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995. Págs. 25 y 26.
[viii] Hobsbawn, Eric. “Vista panorámica del siglo XX” en Historia del Siglo XX. Editorial Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995. Pág. 26.
[ix] Aquí parafraseamos y jugamos con algunos conceptos del prefacio de Arendt, Hannah. La brecha entre pasado y futuro. Traducción realizada por Lucía Stecher. Santiago, 1996.
[x] Primavera que se apagó con los tanques rusos. Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Quinta parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. Págs 175 y siguientes.
[xi] Matar al padre y casarse con su madre.
[xii] Arendt, Hannah. La brecha entre pasado y futuro. Traducción realizada por Lucía Stecher. Santiago, 1996. Pág. 5
[xiii] Las sincronía pueden entenderse como cuando las coincidencias resultan demasiado exactas para que solo sean efecto del azar.
[xiv] Kundera, Milan. La insoportable levedad del Ser. Primera parte: La levedad y el peso. Tusquets Editores. México. 1985. págs. 6 y 7